Por Ricardo Bustamante

El Avelino es en honor a mi abuelo materno y el Julio a mi padre. Cuando tenía 19 años me fui para Argentina a jugar en un equipo de futbol en La Plata, y los periodistas me llamaban Julio, y allí fue quedando y rodando. El Avelino quedó rezagado y, por un buen tiempo, olvidado. Cuando vine a Colombia en 1976, me nacionalicé colombiano y en los documentos solo registraron el Julio y el Comesaña lo escribieron con Z en vez de la S.

Mi padre fue electricista de obra, hijo de español pero nacido en Montevideo. Él me llevaba, a veces, a su lugar de trabajo y a mí me fascinaba ver su desempeño. Recuerdo lo prolijo que era al momento de elaborar las cajas donde metía los suiches y también la manera como torneaba los cables de diferentes colores. Era muy meticuloso en todo lo que hacía. Cuando instalaba los tubos y caños y, antes que los otros trabajadores vaciaran el cemento, mi papá doblaba las varillas con las rodillas y todo lo ponía en su lugar y de la mejor manera.

Él por un buen tiempo tuvo una ferretería, le fue bien, era su mundo, lo que le gustaba. Evoco, también, que me dejaba conducir su automóvil, yo me ponía de costado, claro a su lado. Mi padre era hincha de Peñarol, me llevaba al estadio. Yo sentía que a él le gustaba que yo me dedicara al fútbol y a veces jugaba conmigo.

Mi mamá, María Serafina, era española; ella tenía el mando de la casa, era una mujer muy emprendedora. En las mañanas se encargaba de la casa, el aseo, la preparación del desayuno y almuerzo. Era, además, muy trabajadora y además excelente modista y, en las tardes a unas chicas les enseñaba el arte de la costureria. Tenía en la casa una escuela de modistería.

Golpecitos en la espalda

Por causa de mi enfermedad de falso crup, de noche me ahogaba. Un señor venía a ponerme las inyecciones de mañana y tarde y recuerdo que él me regaló un lindo escudito de Peñarol, que conservé por mucho tiempo. Por mi afección no podía salir a la calle y transpirar con facilidad. Mi hermano que dormía en la cama de al lado me daba golpecitos con la mano en la espalda, para ayudarme a respirar.

Me olvidaba, en nuestra casa eran mis padres, mi hermano Rafael y yo. Por mi padecimiento fue que empecé el colegio en tercer grado, el primero y segundo fui a una escuela particular; a mí lo que me gustaba era salir a la calle a jugar. Era feliz jugando a la pelota.

Estando en segundo de bachillerato me fui a una escuela donde enseñaban mecánica y electricidad, pero no aguanté mucho. Recuerdo que me gustaba la parte del taller y el dibujo; lo mío era el futbol. Me iba caminando cerca a la costa del barrio Palermo, donde había una cancha y me ponía a jugar. Bueno, en conclusión, en cuanto a lo escolar, llegué hasta cuarto de bachillerato en jornada nocturna.

Por ricardo

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